lunes, 29 de agosto de 2011

De cómo perdimos a los grandes.


Los aficionados del Atlético de Madrid tenemos una tendencia enorme a culpar a quien sea cuando las cosas van mal en el club. Esta tendencia a veces es inevitable, pero otras veces me hace sentir un poco de vergüenza. Cargar las tintas contra la directiva es lo más habitual en los últimos años, pero no sólo cuando hacen fichajes de dudoso criterio futbolístico, sino también cuando se gastan 40 kilos en un señor delantero. Que si eso es despilfarrar el dinero, que por la misma cantidad te traes a Borja Valero, a Osvaldo y a nosecuantos más... por supuesto no se puede generalizar en estas cosas del fútbol, no todos piensan lo mismo y piensen lo que piensen, siempre jode más cuando los errores te los señala otro (el típico seguidor del Madrid u otro club grande que te dice Vaya unos patéticos, como despilfarráis el dinero. El mismo dinero que costaron Benzema o Villa, y casi la mitad de lo que costó gente como Kaká o Fernando Torres). Pero bueno, ese no era el tema.

Quejarme me quejo yo y todos. No me sé las grandes hazañas de Gil Marín, se dice que cometió fraudes dignos de su padre. Tampoco conozco los trapos sucios de Cerezo, y desconozco los detalles sobre cómo Caminero fue acusado por tráfico de cocaína. Pero en realidad, todo eso me la suda. Al fin y al cabo mi dinero no está en juego y por mucho que pidan su cabeza, lo dejarán cuando toque (como cualquier pez gordo corrupto), no cuando se lo pidan. Es posible que ese día el club quede en manos de un pobre hombre que vea las arcas vacías (como Gordillo en el Betis) o que estemos ante la desaparición. Bueno, qué sé yo. De todas formas como la economía del fútbol siga así al final va a explotar la burbuja, pero para todos.

Lo que quería decir y a lo que me ha costado tanto llegar es que hoy es un día triste para la gente del Atleti, y para cualquier futbolero con dos dedos de frente que aprecie a los buenos jugadores. Diego Forlán abandona el club por la puerta trasera, como el que no quiere la cosa, barrido para fuera. Éste sí me parece un buen motivo para señalar a la directiva. Se lo querían quitar de encima, de otra forma no se explica que el Inter se lo lleve prácticamente gratis. Veo como el Barcelona regatea durante meses por los fichajes, y en esta casa no hace falta, simplemente el club de turno llega y ¡zasca! te lo llevas de gratis. En plan Maxi o Simao. Forlán tenía actualmente un cartel de mercado digno de los mejores, a sus 32 añacos. Balón de oro del pasado Mundial (donde su selección, la uruguaya, quedó cuarta); pichichi de la Europa League 2010; campeón de la Copa América 2011 y otras distinciones individuales del pasado como goleador. Que no se le pida al comprador el máximo dinero posible es tan absurdo como que el Sevilla mañana rescinda el contrato de Kanouté para que llegue el Liverpool y se lo lleve, porque sí. Encima, en nuestro caso, el Inter venía con dinero fresco para gastar, vamos, que la escusa de No tengo pasta del Barça no les funcionaba. Y sin embargo cuando el Atleti ha ido a negociar por un jugador les han dicho que aquí no se rebaja ni un clavel, conocedores de que las arcas estaban llenas con las ventas de Agüero y De Gea. Lo normal, vamos.

Lo de Forlán me parece mucho más triste que lo del Kun o lo del portero del Manchester. El tipo siempre había tenido quedarse en el Atlético como la primera opción, desde los tiempos inmemoriales en que la directiva quiso deshacerse de él. D
ejarlo aquí, como delantero con experiencia para que se retire en el club o en su defecto, pedir una cantidad razonable por su venta, es lo que cualquiera creería más lógico. Lo de Agüero y De Gea sólo fue dinero, págame y te lo llevas. Y es comprensible. El chaval veía la posibilidad de triunfar en el United los próximos 20 años, un club de primer nivel mundial, probablemente yo hubiese hecho lo mismo por muy colchonero que sea (y también fui portero, y del 90...). Y del caso Agüero qué puedo decir, yo lo recordaré siempre como lo que es, un delantero genial e insustituible, que nos dio alegrías haciendo goles fabricados por él mismo cuando el equipo estaba infumable, que su calidad de desborde ahora está sólo por debajo de la de Messi y Cristiano (y si no, al tiempo), y nos dio ilusión cuando nadie se explicaba qué hacía un tipo como él en un Atlético donde el resto del equipo no acompañaba. Es innegable que las formas que mostró para marcharse no gustaron a nadie. O le asesoraron mal, o le engañaron, o el chico no mide bien sus pasos, pero no por ello voy a quemar su camiseta (que me costó un dinero) ni le voy a llamar Judas cada vez que me refiera a él (sólo unas pocas, cuando esté jugando al Pro).
El caso de Agüero se repite todos los años en diversos equipos, y no todos son tan victimistas como la marea colchonera, más picada que otra cosa. Osvaldo ha hecho lo mismo recientemente en el Espanyol, al igual que Fàbregas con el Arsenal, Rossi a principios de verano con el Villareal (a la que huelen el culo del Barça, la mayoría se tira en plancha) y así sucesivamente. Aunque el Kun lo hiciera con un desprecio más aparente que el resto de los mencionados, estoy seguro de que se hubiese marchado igual aunque hubiese llorado y besado el escudo al término de la temporada pasada. Me quedo con el fútbol que nos brindó y poco más. Lo que se suele decir en este caso, y estoy de acuerdo con ello, es que el club está por encima de cualquier jugador y siempre levantará cabeza, tarde o temprano. El equipo de este año, pese a todo, me parece más compensado en todas las posiciones que los últimos años con dos puntas de primer nivel y el resto lleno de agujeros.

La despedida del uruguayo, aunque no tan emotiva ni es el mismo caso, me ha recordado a la de Maxi Rodríguez, que no pudo contener las lágrimas, y se declara seguidor del Atlético, yendo a ver los partidos cuando tiene tiempo libre, como un hincha más. Era bastante descarado el discurso esta mañana de Cerezo, enumerando los logros del uruguayo, diciéndole que se lo agradecen todo y tal, y sólo le ha faltado terminar con un ...y, por eso, vete a tomar por culo. La hipocresía en esto del fútbol, lo de poner buena cara, es cada vez más común. Pero nosotros no sabemos nada de lo que se cuece en los despachos ni en los vestuarios, como debe ser. Si no, no mitificaríamos tanto a estos lumbreras, ni los periodistas escucharían los discursos redundantes, cínicos y empalagosos de algunos entrenadores como si estuviesen recitando el secreto de la vida.

Dicho sea de paso, siempre he pensado que los aficionados del Atleti, del Valencia o del Sevilla nos quejamos por cosas que se escapan de nuestra lógica, por la venta de jugadores a equipos más grandes, tiránicos, al igual que nosotros fichamos a esos jugadores la mayoría de los casos (exceptuando la cantera) de otros equipos con muchos más motivos para estar cabreados que nosotros. Los Sporting, Racing o Zaragoza no tienen estrellas ni proyectos europeos que ilusionen, pero si algún año lo consiguen es por sus cojones, ni por dinero ni por mierdas. No los oigo quejarse y eso me consuela un montón. Cuando el Betis le gana al Barcelona o el Alcorcón humilla al Madrid me ilusiona casi tanto como ganar la Europa League o el trofeo quindenial de turno. Que un equipo humilde bien planteado tácticamente se coma a un grande es lo más hermoso (e inusual) que se puede ver hoy en día en el fútbol, sobretodo en el español.

Atrás quedan los tiempos del SuperDepor de Javier Irureta, del Atlético del doblete, del Valencia de las dos ligas y las dos finales de Champions, o de esa Real Sociedad de la temporada 2003/2004 que, contra todo pronóstico se convirtió en la revelación de la liga, que no dejó de pelear por el primer puesto hasta la última jornada.

El Deportivo de la Coruña celebrando el centenariazo en la temporada 2001/2002

P.D.: En otro orden de cosas, llevaba más de dos años sin escribir nada en el blog y sé que es raro que vuelva con un artículo sobre fútbol. Nunca pretendí que esto fuera monotemático, de todas formas no sé si alguien seguirá pasándose por aquí. El regreso no supone algo constante (lo mismo me vuelvo a tirar otros dos años…) pero por lo menos sirvió de algo no cerrar el sitio cuando tenía la certeza de que no iba a volver ni por asomo. El aburrimiento es lo que tiene. Un saludo a todos.